sábado, 21 de abril de 2018

El limbo educativo


En el ámbito educativo se entiende que existen ciertos referentes o políticas de calidad que son implementadas por el gobierno y el ministerio de educación para la regulación y mejoramiento de la educación, tales como los lineamientos curriculares, los derechos básicos de aprendizaje (DBA), estándares básicos de aprendizaje, entre otros. Los cuales sirven como guía para las instituciones educativas al momento de realizar planes de estudio sobre lo que debe ser enseñado por los docentes y aprendido por los estudiantes. Sin embargo, muchas veces estas acciones van más allá de solo orientar la construcción curricular, ya que en la función de las instituciones de cumplir al pie de la letra con las demandas que son exigidas por estas entidades para ser reconocidas como centros educativos de “calidad”,  ocasiona que la intervención de los propios maestros en la construcción curricular sea nula, debido al arduo trabajo que requiere para cumplir y adecuar las exigencias del estado a los respectivos planteles educativos. Lo que podría interpretarse como un aire de desconfianza hacia el rol que desempeñan los docentes, aun así, cuando son ellos quienes realmente conocen las necesidades y exigencias de los contextos en los cuales se desenvuelven sus estudiantes.

De este modo, se revela uno de los grandes problemas de la construcción curricular, el cual radica en la necesidad del estado de evidenciar resultados de adquisición de conocimientos más que en la formación propia del ser en valores cívicos y habilidades para la vida según las necesidades contextuales. Una tarea que podría ser resuelta por los maestros si se les permitiera tener un poco más libertad, ya que nosotros poseemos grandes ideas para guiar los procesos de enseñanza porque conocemos los contextos e investigamos a partir de ello. Sin embargo, el problema es la poca libertad con la que contamos para hacer realidades esas utopías, debido a que vivimos en   una era de la economía del conocimiento, donde se hace hincapié en los valores de mercado y de la intensificación de la enseñanza, para la formación de habilidades comerciables y la producción de capital humano sin conciencia crítica. En otras palabras, la educación se convierte en una vía para desarrollar la productividad de un país y nada más, mediante un modelo de reproducción constante de la sociedad sobre la escuela sin características transformadoras.

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